martes, 30 de diciembre de 2008

1,2,3,4

Me gusta contar, contar hasta mil o hasta el infinito, contar los números primos o las primas vacacionales, contar, sumar, adicionar, mantener los días congestionados de números, de fechas o teoremas, de qué numero calzas y cuántas calorías, qué hora es en Madrid y dime tu teléfono.

La desesperanza es la ausencia de números, pienso.

Recuerdo el día que se paró desnuda sobre la cama para verse en el espejo. Abrió las piernas y sacó el vientre, se tocó las lonjas con asombro. Me pidió que le midiera el busto y las caderas y la panza y las piernas. Y yo lo hice con entusiasmo. Y medí y desmedí y deduje e inventé.

Supe que su pierna corta era la derecha.

Hace tiempo fui al desierto con dos compas. Tragamos honguitos y yo no paré de hablar con los números. Primero me saludó un número Nueve, que en realidad era Una número Nueve, muy sensual aunque recatada. Hablamos de poesía, de poesía mexicana, de Los contemporáneos, de Salvador Novo, de Villaurrutia (que también se apareció, le dije que lo admiraba y me quiso coger, tuve que golpearlo) al final, Nueve se marchó sin avisar. También hablé con un número Siete y con un número Dos. Ambos de charlas insípidas pero aspecto de carnaval. El Diez llegó con su tacuche de Romano, Diez Romano, una equis imponente, torpe, pero imponente.

Cuando aterricé del viaje vomité un chingo de veces, no las conté, pero más de diez seguro.

Pon tu pie aquí. Dónde, preguntaste. Aquí, en esta línea. Para qué. Nada más, quiero saber cuántos pies tuyos se necesitan para llenar la habitación vacía. Estás loco, sonreíste. Anda, pon tu pie. No servirá de nada. Ya verás que sí, quieres apostar, pregunté. Las apuestas no me gustan, son cosas del diablo. Las cosas del diablo son nuestras cosas, sentencié.

Me gusta contar, contar hasta mil o hasta que sus pies llenen las habitaciones, sumar o adicionar los números que bailan en una fiesta sicodélica, mantener los días atiborrados de sus medidas y de tus medidas y de las medidas de todas las mujeres del mundo, y que sus piernas midan lo que miden las apuestas o los teoremas o las calorías o las llamadas a Madrid, quiero vestir a la desesperanza con un traje negro de diez romano, imponente, torpe, pero imponente.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Napolitano

La fauna de la colonia Nápoles es variada y singular: ejecutivos bien pagados con loft´s minimalistas color surimi, nenas con pechuga y camioneta nueva cuyas habilidades enrojecen a unos y agradecemos otros, familias bien portadas en casonas con candelabros y relojes cucú, pintores que confunden la escatología con lo new age, poetas de a peso que escribimos en blogsitos…

Pagué 700 morlacos por la mudanza. Fue barata por dos razones: llevaba pocas cosas porque doné y vendí otras cuantas, y porque el viaje, después lo supe, conllevaba riesgos. El camión de la mudanza tardó 20 minutos en entrar a mi calle y 30 en salir (se conjugaron factores; un mega camión del que ocupé el 5% del espacio y una calle angosta). Era un armatoste oxidado que caminaba de milagro. A las tres calles, en plena avenida Cuauhtémoc, se jodió la dirección y obstaculizamos el tráfico durante 40 minutos.

-Usté no se preocupe patrón, orita mando traer otra troca, aguante.
-Ora pues Don, haga lo que tenga que hacer (que filosofía la mía), voy a la esquina por un gueitoreid que la cruda me está matando lentamente (que poesía la mía), si se endereza la chingadera trépese y pise el acelerador que seguro lo alcanzo corriendo (uy sí).

La Nápoles es una colonia más fría e impersonal que mi ex barriecito la Narvarte. La amplitud y limpieza aparente (hay nidos de ratas estratégicamente hospedados) de sus calles la vuelve un barrio un tanto insípido y ahuecado.

Dijo el casero, que desde mi nueva habitación se escucha el barullo de la plaza de toros cuando hay temporada grande. También dijo que hallar un lugar de estacionamiento durante esos días es imposible. A mi llegada, él no para de hablar y sugerirme algunas cosas que podrían facilitarme la vida en el barrio. Yo me limito a preguntar por las marcas de cerveza que venden en el Superama y calcular mentalmente el número de invitados que el depa puede aguantar sin venirse abajo. Primeros cálculos: 8 invitados sobrios 4 muy ebrios. Segunda aproximación: 6 invitados muy briagos, o bien, 13 muy pachecos y quietesitos (las combinaciones son infinitas).

Acomodé reacomodé moví subí bajé deslicé magullé los muebles hasta que todo pareció tener un orden aparente. En ese momento sólo dos cosas no encajaban: el refri bajo la regadera y tres lámparas en la cocina. Decidí entonces abrir una botella de vino y en cuarenta minutos solucioné el asunto: el refri a la entrada (una bienvenida poco cálida, excepto si al visitante le gusta la cerveza) y las lámparas a la basura (un conflicto personal y literario con el siglo de las luces).

Ya encontré el lugar de la casa donde voy a escribir, ya encontré también el lugar donde voy a beber, (que está a 70 cm de donde voy a escribir) y el lugar donde voy a fumar (que está a un punto equidistante entre los dos anteriores). Eso, por el momento, es lo que importa.

Besos Istéricos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Se Renta

1
Hace tres navidades al camión del gas se le ocurrió unirse sin reparos al maratón virgenmorena-rosca con wisky y tuve que bañarme durante tres semanas con agua para enfriar cervezas. Poco después cogí mis chivas, despegué mis chicles de aquella mesa, fumé el último porro y me tocaron las golondrinas mientras arrancaba la mudanza, no saben, gran momento.

Hace una semana no hay gas. Me he bañado con agua cuya temperatura ennegrece las uñas, me arranca mínimo tres suspiros y varios arrepentimientos durante el shampú, un puñado de mentadas de madre durante la enjabonada y pensamientos de suicidio o agresión al prójimo durante el enjuague.

No voy a comprar el gas. Empezaré a empacar los libros, me encanta empacar libros porque se vuelve inexorable echarles una releída a uno y a otro y a otro más, hasta que la actividad acaba comiéndose una tarde y su respectiva noche y quizá dos noches, y sólo cuando ves las nueve o diez cajas de libros apiladas en el pasillo sabes que no hay retorno.

2
Una ocasión, hace como cuatro mudanzas, me tocó un mudancero que me cobró bien baratísimo y se fue todo el camino como a ciento veinte mientras se echaba su mona de cinco mil. Yo la neta ni me puse loco y encendí un porro. Acabó reventándole su madre a mi estufa mientras yo me cagaba de risa. En fin, cosas que suceden bajo los efectos de las drogas malignas.

Una ocasión, hace como dos mudanzas, transporté a mi piraña en la parte delantera del auto.
-Uy, joven, por qué va tan cargado, mire, se le van saliendo los sillones por el parabrisas, jeje, jeje, jeje, jeje, muéstreme sus papeles.
-Uy oficial es que fíjese que se acabó el gas y entonces mestoy mudando.
-Entiendo, entiendo - dijo, cosa que me hizo pensar que era un buen tipo.- ¿Qué lleva ahí delante joven?
-Es una piraña.
-Uy joven, pero ora sí que ya se puso feo esto, las pirañas están protegidas por la asociación protectora de pirañas....y además su licencia...

3
Toda.mudanza.es.un.exilio.doméstico. existe.la.patria.del.cielo.raso.los.himnos.del.grifo.del.lavabo.o.de.la.cocina.las.fronteras.imaginarias.los.rincones.que.muy.pocas.veces.exploramos intuyendo.quizá.que.las.telerañas.contienen.al.olvido.y.la.araña.edifica.en.cada.esquina.una.arquitectura.de.momentos.que.habrá.de.sucumbir ante los.nuevos.inquilinos.y.sus.nuevos.angulos.mudo.canto.que.deja.su.huella.
Así de barbas.

sábado, 6 de diciembre de 2008

A manera de despedida

Llegué al taller de literatura que Raúl Parra daba en la unam, por ahí del 2002. La verdad es que, para entonces, yo había transitado ya por varios talleres de esos que forjan falsas esperanzas y amoldan los pensamientos a la forma del soneto o la corrección gramatical.

Encontré el taller de Raul Parra, y a Parra mismo, en un momento agradecido de mi vida. Raúl era el tipo de tallerista que no se obsesionaba por los gerundios ni leísmos, por los verbos mal conjugados ni los excesos de adjetivos. Raúl no enseñaba a escribir, más bien lo contrario, te mostraba cómo desandar los pasos, cómo desaprender lo que mediana y mecánicamente habías aprendido, sus críticas apuntaban siempre a lo inusual, a los pequeños detalles que, bajo su astucia, se volvían paroxémicos.

Por aquel entonces, Raul Parra era ya una institución, pequeña y desobediente, raídona y andariega, pero institución al fin, desde cuya trinchera en la facultad de ciencías políticas, algunos comenzaron a forjar versos y párrafos de manufactura nada desdeñable. Me uní a Los Parrianos motivado por su potencial de juerga, no por sus horizontes literarios; aunque nunca supe diferenciar bien a bien cuándo nos encontrábamos en uno, y cuándo en otro. Con ellos, las parrandas adquirían dejos de coloquio o recital; y los talleres eran salpicados por la cerveza o la informalidad.

Raúl Parra usaba el cabello hasta los hombros, llegaba al taller montado en bicicleta (para lo cual recorría unos 20 km), fumaba Delicados, había sido premio nacional de poesía Alí Chumacero, a las mujeres les decía "queridas" y a los hombres nos miraba con el rabillo del ojo, siempre con respeto, nunca con desdén.

Los tiempos parrianos fueron aquellos en los que llegábamos enmascarados a los recitales y seleccionábamos, con facilidad que ahora me averguenza, las presentaciones de libros que daban el vino más colorido o el canapé más voluminoso. Algunos publicaron sus primeros versos con la anuencia de Raúl, muchos supieron lo que era talachear un verso gracias a Raúl, y otros, los más, sepultaron sus ilusiones tras las críticas despiedadas en su taller; toda su poesía estaba cargada de energía oscura, eran los versos negros que eclipsaban el soso resplandor de la poesía new age, de esa que se publica cada mes en las revistasbienchingonas de la intelectualidat.

Raúl Parra falleció esta semana, tenía apenas 50 años y llevaba un par de ellos reventándose la madre con una enfermedad de nombre raro; había perdido las piernas y un brazo, por lo que sustituyó la bicicleta por una silla de ruedas de esas con palanquita de velocidad y motor de carro chocón: una estampa parriana, sin duda.

Un final más de temporada. Así de barbas.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Slim vs Colombofílicos trasnochados

¿a quién teme la paloma?

A mí, yo también soy el espanto.

Hace un par de horas mi teléfono celular cayó de la cama y ahora no prende. Así de barbas: cuarenta y cinco centímetros de caída libre, ploc (disculpe usté refinado lector, la común onomatopeya) y mis posibilidades de interactuar con el mundo se redujeron a las prácticas austeras que no contemplan las microondas.

El mundo sin teléfono celular es un espacio que ahora desconozco y que se vislumbra incierto y seductor. Estos días (que no serán muchos) será necesario ensayar otros canales de comunicación para no perderme las reuniones ni las pedas, ni las reuniones ni las pedas, ni las reuniones y, mucho menos, las pedas (mi agenda es compleja y variada).

Tengo en mente a mi tío Manuel, quien dedicó sus talentos juveniles a la cría de bulterris de pelea y palomas mensajeras. El caso de los perros merece una mención aparte porque los ladridos poco tienen que ver con este post. Pero reflexinar acerca de la cría de avechuchos comunicadores, es por demás tentadora en mi situación.

Manuel era colombofílico y me gustaba pasar algunas tardes con él. Le ayudaba a darles de comer y a limpiar las jaulas; a cambio, obtenía la promesa de ser socio de la futura empresa de palomas mensajeras que "rehumanizaría la comunicación" (yo diría que la "palomizaría", en fin) .

Por supuesto, la idea fracasó a gran escala: las palomas son tragonas, marranas, ruidosas, desconfiadas y bien parranderas, una que otra llega a su destino, eso es posible y cuando sucede es tan chido como perder la virginidad; pero la mayoría de las veces no vacilan en quedarse en alguna iglesia a echar la chorcha o a ejercer el compadrazgo, como tampoco es raro que lleguen a su lugar de destino pero un mes después, sin "el mensajito" y bien preñadotas. En fin, pinches palomas, saben vivir y eso no se le puede criticar a naiden.

El asunto no estaría mal y habría que reconsiderarlo. Total, qué puede pasar si una paloma no llega a tiempo, o si pierde el mensajito por detenerse en una noche de copas una noche loca, o si lo entrega a un destinastario incorrecto...quizá habría que bajarle de huevos a nuestra necesidad de quererlo todo y quererlo ya, en este instante, tan exacto y tan perfecto, tan automático y tan increíblemente aburrido, en esa torre de marfil que nos da la tecnología y que es capaz de derrumbarse tras oprimir un botón, tras cuarenta y cinco centímetros de caída libre.

UNÁMONOS A FAVOR DE LAS PALOMAS MENSAJERAS¡¡

lunes, 17 de noviembre de 2008

Una Raya Más al Tigre

Es el símbolo chino del fuego.
Es el deseo primero
origen volcán polvo
c
o
l
u
m
p
i
o
entre un tiempo y el otro,
la tinta que no había
es ahora una llama que arde
el cuerpo, el antebrazo izquierdo
y cómo duele¡¡¡ No chinguen, eso de ponerle varias tintas ta bien chido pero jode la marrana de una forma, de plano hubo momentos en los que estuve a punto de tirarme un pedo (claudicar nunca, pero un pedo sí), me cae que mi puto umbral del dolor vale pa pura madre, nunca podré parir (eso seguro), ni sacarme las del juico, ni quitarme las uñas enterradas, ni evitar las lagrimitas de candy candy cuando me duele la cabeza. Pero en fin, acastá el tercer tatu, ah, y por cierto, es pinche mentira eso de que uno no puede tragar carne de marrano y beber sus alcoholes despúes de colorearse la carrocería (eso espero). Así de barbas.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Las putas y yo

También la pobre puta sueña.
La más infame y sucia
y rota y necia y torpe,
hinchada, renga y sorda puta,sueña.
Eduardo Lizalde

Me gustan las putas. Y no pretendo, ni lo mande dios, querer canonizarlas como diría el abue Sabines, porque eso de convertirlas en santitos me parece que es demasiado idealizar, volver intangibles a las muchuchas, y eso es casi casi una contradicción, un sinsentido paliducho e indeseable.

Me gustan las putas porque he estado con ellas y la apertura de sus piernas siempre guarda un secreto que me hace sentir un verdadero polluelo en la vida. Con ellas nunca salgo bien librado; he terminado sin cartera y sin calzones, o malcogido y vituperado, o desfalcado más que agradecido, o decepcionado y más ganoso.

Pero me gustan. Su descaro, su maña, el colmillo que arrastran a las par de los tacones, el maquillaje excesivo, el dulzón aroma de sus perfumes que me recuerda al tepache; las sexysonrisas que a menudo evidencian huecos entre los dientes, su eterna prisa para que te vengas, los gemidos actuados y no por ello menos excitantes; me gusta que te cobren antes de bajarte el pantalón, los condones del Seguro que te ponen las putas baratas y los condones Benetton que usan las putas nais.

Nunca he pretendido gastar mi dinero para contar mis problemas a una puta. Por supuesto, he compartido charlas y tragos con algunas, pero a menudo les miento cuando platico, al igual que ellas lo hacen, y todo está bien porque negociar únicamente el cuerpo signifca despojarlo del otro andamiaje, del yelmo de la vida que nos tocó vivir y con el que nos toca dormir y despertar.

Una vez una puta Húngara me dijo que podía hacerle lo que quisiera, menos tocarle las tetas. Por qué, pregunté. Porque no te lo puedo dar todo, respondió. Así de barbas.

martes, 28 de octubre de 2008

Quiero que Mario Almada sea mi papá



En verdad no lo puedo evitar. Creo que es un asunto patológico. Mi gusto por los malos programas de televisión va en aumento y, con ello, el respeto que me tengo, en descenso.

Encuentro cierto placer morboso al ver pelis mexicanas malechotas, de esas que ni siquiera son predecibles porque los argumentos, o bien no existen, o saltan de un lugar pa otro sin el mínimo orden o coherencia. Me encantan las pelis del Flaco Ibañez, las de Chachita, las de Pedrito Fernández (en especial la de la Mochila Azul, con Lucerito), las de ficheras cuyo comportamiento oscila entre mostrar sus regordetes encantos y bailar interminables rolitas en medio de humo de cigarrillo y dientes de oro; las de terror, que son excelentes porque muestran algo muy cercano al infierno; las de humor sexoso, porque tienen un encanto que a estas alturas es casi virginal; las de Policías y Ladrones, porque desde entonces demostraban que los mexicanos nunca tenemos NI puta idea de quiénes son unos, y quiénes los otros; en fin, el canal De película es uno de mis preferidos.

Pero la cosa no se detiene ahí. Me ha dado por ver Rugbi escocés a las 5 am(es importante verlo en vivo), los uniformes son chingones y los madrazos que se paran aún más, pero la verdad el asunto es patético porque no entiendo ni madres y hasta la fecha no se cuánto vale una anotación (ni me interesa) ni mucho menos se cómo se llama la bola que usan ni cuánto pesa (porque sí se que el balón de fut pesa 430 gr en promedio, no se vaya a pensar que soy un desinteresado de todo, carajo).

Tengo que decir que la enfermedad, el mal, el síndrome; ha sido progresivo. Debí buscar ayuda profesional después de ver completa la tercera temporada de La Academia (aclaro que nunca llamé para votar por mi favorito, pero mis quinielas fueron certeras), cuando comencé a debatir con el Canal Cristiano a las 2 am, cuando disfrutaba la media hora del Doctor Simi.

Mi adicción más reciente, que no descubrimiento, porque lo conozco desde hace harto, es Beibi Ferst TV. Nada como ver contenido especializado en niños de 1 a 3 años. Un móvil de 6 figuras girando incansablemente  durante media hora puede ser todo lo que el universo necesita para configurarse al ritmo de la vida. Así de barbas.

domingo, 19 de octubre de 2008

INSTRUCCIONES PARA FORJAR UN PORRO

Ora que está por aprobarse eso de que uno pueda ir a echarse sus porritos de marihuana a sitios autorizados, y que además de eso se puedan tener plantitas en las casas, pensé que yo que tengo tanta etsperiencia al respecto, no voy a dejarlos a ustedes, chamacos tiernos, sin compartirles mis conocimientos.

INGREDIENTES

1.- Consiga un poco de marihuana (de venta en tiendas de prestigio).

2.- Tenga a la mano una sábana (término utilizado entre los pachecos para nombrar el papel que sirve para liar cigarrillos, comunmente es papel arroz, aunque ya existen de celulosa o cácarara de platano).

3.- Asegúrese de "limpiar " la yerba ( Por favor, no vaya usted a utilizar agua y jabón en el procedimiento, simplemente retire semillas y ramitas)

4.- Consiga una revista cuya portada le sea desagradable (Si es platificada mejor).

MODO DE PREPARACIÓN

1.- Recorte la portada de la revista y haga un rectángulo de 1 cm de largo por 6 cm de ancho. Y enrróllelo. Ese será nuestro filtro para el cigarrillo (porque uno debe ser pacheco y distinguido). El filtro es importante porque garantiza una adecuada estética en nuestro estilo de fumar, y facilita, por mucho, la mecánica del acto, proporcionando más humo disponible en nuestros agradecidos pulmones.

2.- Extienda la sábana en una suprficie lisa y de modo que el pegamento quede boca arriba.

3.- Ayúdese de sus dedos índice, medio y pulgar (de las manos, no de los pies) para vertir la yerbadedios en la sábana. Es importante que deje libre un espacio de aproximadamente el 25 por ciento de la sábana. La cantidad de yerba que usted utilice es directamenteproporcional a lo estúpido que quiera ponerse.

4.-En el 25 por ciento de espacio que dejó libre vamos a colocar a nuestro amigo filtro.

5.-Lo que viene a continuación requiere habilidad y sobre todo muchos porros de experiencia. Si a usted no le sale a la primera, relájese, no hay pedo, es normal y nadie duda de sus capacidades sicomotrices.

6.- Enrolle la sábana (con la yerba y el filtro adentro) como si fuera un taco dorado y no una enchilada de mole (usté perdone, ya hace hambre).

7. Una vez que el "envoltorio" tenga una estética que garantice su fumada, usted tiene que parar la trompita. Posteriormente sacar la lengua (no la vea porque de lo contrario hará biscos)y humedecer el pegamento de la sábana.

8.- Pegue la parte húmeda de la sábana con la parte seca. Empiece por la base, es decir, por el filtro.

9. No se alarme si la estética no es perfecta y lejos de parecer un churro (para seguir con las métáforas culinarias) su porro parece un cilindro chipotudo y anormal, lo que hay que cuidar es que el proceso de enrollado no dejó fisuras en la sábana, de ser así, habrá que colocar un parche con el trozo de otra sábana.

10.- Una vez que tenemos nuestro PORRO elaborado lo vemos con atención y agradecidos (tratando de no llorar de emoción, aunque a veces es inevitable) lo encedemos, aplicando siempre la Ley del Duende, el que lo Forja, lo prende.

Espero está información sea de utilidad. Así de barbas.

lunes, 13 de octubre de 2008

Las semanas y los años

La semana pasada fue de esas que uno debería marcar en el calendario con cruces pintadas con crayola. Había querido escribir, pero me prometí no hacerlo hasta que la gripe disminuyese (me incomoda jugar con mis mocos mientras inclino la cabeza hacia el teclado), en cambio, me dediqué a dormir temprano y bañarme cada tercer día.


De lunes a viernes bebí sólo una noche. Cuando lo normal es que me abstenga uno y reviente los otros cuatro. Y ahí me tienen, con el ansia divina por festejar el cuento (supongoyamuchossabenlodelcuentoqueapareceenunaantologíadeeditorialFicticia), y correr a pararme un pedo con todos y cada uno de los cuates, los colegas, las reinitas y las amigas de las reinitas, los rumis...en fin, pero nada de eso sucedió, y no vengo aquí a llenar sus ojos de lamentos, porque ya dije que fue una de esas semanas para marcar con el artefacto y técnica de su preferencia.


Sucede que a casa llegó un perro. Un pinche perro con el hocico de cocodrilo, el cuerpo de caballo y el humor pardusco. Dobi, alias cirilo, alias gufy, alias escubi, alias mierdadeperro. Aclaro que los cuadrúpedos me encantan, pero encontrarme un Dóberman a las tres de la mañana en el pasillo de mi departamento fue como ver al diablo. Y al otro día encontrar las bocinas orinadas peor aún. Mi rumi tuvo que aceptar que el depa no era el mejor sitio pa que viviera ese hijo e puta (aunque el último día me cayó re bien cuando nos fumamos un cigarro en el balcón).


Ahhhh pero el sábado dije cómochingadosnovoy a beber, faltabamas, miraviejo el niño quiere pararse un pedo, diría mi abuela, un pedo a su tamaño, respondería mi abuelo. Y sí, efectivamente así mismo lo hice. Oh sí, un pedo de esos deprimentes en una fiesta que no era la mía, en la que no estaban mis cuates, y en la que caí por bailes del destino y promesas de alcohol gratuito.


Primera cerveza: No conozco a nadie, verga, a onde vine a caer.

Segunda cerveza: Pues no hay pedo, con que no se acabe el alcohol.

Primer ron: Al menos ya llegó más banda.

Segundo ron: Yo pongo la música, ábranse.

Primer wiski: Sí sí, la morra tiene un alguito...

Segundo wiski: Nel ni madres, yo pongo la música wey¡¡ ¿Cómo se llama ella?

Tercer wiski: El pedo con las izquierdas es que la Yanis Yoplin se murió joven, y si no le ganamos al Cruz Azul mañana ya nos llevó la chingada, igualito que al país con la crisis...

Primer vaso de vino: Aistan mis 50 morlacos pa la ostra...


En fin, México pierde con Jamaica, Nachional Geografik estrenó una serie de cuatro capítulos sobre América latina, escrita y dirigida por Álvaro Vargas Llosa y en la que tenía puestas mis esperanzas de una buena crítica (de derecha) pero buena, a varios asuntillos. Pero no, una lástima, en verdad una lástima.


Ora sí, ya me voy.

martes, 30 de septiembre de 2008

Tócame pero no me dejes

Todas mis ideas, mis desencuentros, mis penas y glorias, las concibo a través del verbo, del sujeto más simple o del predicado más obtuso; del verso más descompuesto o el recadito más propositivo. Sin embargo, a la vez, pocas cosas me generan más desconfianza que la palabra escrita, su inconmesurable poder para revelar o eclipsar, para derrumbar o edificar la mejor de las mentiras, el más sutil de los engaños.


Por el contrario, confío ciegamente en la luminosidad del tacto, en su obvia transparencia que no admite frialdades enmascaradas de pasión o viceversas. La sinceridad de un roce epidérmico es incomparable, una infalible prueba de polígrafo que erecta sus vellos ante la proximidad o la promesa.

Cuando el tacto toma la palabra
, es un cuento del escritor mexicano Guillermo Samperio, un texto cuyo título bien merece un premio, y funge (como todos los buenos títulos) como la quintaescencia del texto, como el anuncio formal de la avalancha, como el preludio al quiebre.

Un par de dedos del pie suelen trasmitir con más fluidez, con más alegría y menos equívocos, que cualquier tratado mercantil o poético (que hoy en día es prácticamente lo mesmo).

Se busca toqueteo. Así de barbix¡¡

martes, 16 de septiembre de 2008

Los diarios del Idiota Isteri

En uno de sus diarios, que signa fechas anteriores a su primera desaparición, Isteri reflexiona sobre la literatura latinoamericana. Los pensamientos le vienen, según sus palabras, "después de una borrachera de esas que ponen una equis en el hígado". En ellos, Isteri aporta quizá algún pensamiento original sobre Juan Carlos Onetti, pero es evidente que el interés que puediesen despertar dichos apuntes, se halla en otras características.

Debo decir que para mí leer los diarios de Isteri, significó una pérdida de tiempo, una confrontación con la pedantería y la vacuidad humana. Es cierto, terminé de leerlos por el morbo que me provoca, como a muchos, su historia (o debería decir Isteria?); una historia de cielos e infiernos que de pronto parecieran perpetuos, eternas hipotecas de su alma, y no obstante, cualquier día desaparecen con la fugacidad de un ímpetu juvenil.

Por eso, quziá lo más interesante de los diarios de Isteri (si es que pueden tener algo de interesante) no son sus descripciones sobre las batallas de los Bien portados, ni sus triunfos revolucionarios, ni sus rancias sentencias literarias, ni sus consejos de ampón electotral, ni sus debrayes canabico reflexivos, ni sus retos a duelos poéticos, ni sus amagos de patética valentía, ni sus locuacidades míticas, ni sus pronunciamientos de media noche, ni sus amores fracasados, ni su verborrea mal escrita, ni su miedo entrañable.

No, al menos lo que sus diarios demuestran es el oportunismo del estúpido, la sencillez del éxito, la victoria al alcance de todos. Si un tipo tan ordinario como Isteri pudo dirigir una revolución, encamarse a 12 féminas la misma noche, dirigir un partido político, arengar desde el anonimato a 20 kamikases, levantar la ira de 2 televisoras, publicar 5 novelas, 17 poemarios, y encima meterse cantidades industriales de marihuana, si un tipo como él pudo hacer eso, la enseñanza es grande.

Tras leer los 4 diarios de Isteri (Noctambulario para un suicida, Conversaciones con Cenicienta, Sábanas y algunas meriendas y Sí, somos bicampeones) puedo concluir algo: Hay idiotas con suerte.

lunes, 15 de septiembre de 2008

para cuando hay ganas de explotar...

En realidad hacer una bomba casera es muy fácil. Hay principios químicos básicos y aprenderlos es relativamente sencillo, primero se practica con cantidades y mezclas capaces de generar un simple eructo de humo, lo que sigue depende de cosas como el ingenio y el valor, sobre todo del valor.

Isteri puso ácido muriático en una botella vacía de viña real (de durazno) de 2 litros, vaciaba el líquido mientras charlaba de cervezas. Le gustan las claras, con cuerpo pero claras. Una vez que está llena la botella hasta una tercera parte, hay que hacer churritos con papel aluminio. Isteri hizo como cinco o seis y siguió hablando de cebada y trigo fermentado. Hizo una pausa para terminar de explicar su disgusto con las cervezas que parecen caldo de frijol. Después echó los churritos de aluminio en la botella, la tapó y agitó con ganas.

-Cuenta hasta quince y la avientas, ordenó.

Así lo hice. La explosión es asombrosa. Alguien del grupo dijo que el asunto estaba perfecto, pero necesitábmos algo más sofisticado. Isteri nos enseñó a hacer bombas con un despertador. Igualmente, el asunto es sencillísimo. Se sustituye el mecanismo de alarma por un foquito de serie navideña, pero el foquito tiene que estar un poco roto, para que la chispa haga contacto con la sustancia de su preferencia, y eso es todo.

Nunca preguntó para qué necesitábamos aprender lo que aprendimos, no obstante, se lo contamos. Vamos a poner una bomba en Bellas Artes, exclamó alguien gustoso. Isteri pareció ignorarnos, en cambio, se fue al librero y leyó un poema de un tal Anastasio Fernández, un poema que me pareció soberbio y glacial, y que ahora no me parece nada porque hace un rato que las cosas me pasan inadvertidas.

Las bombas de Isteri ahora explotan al revés.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

No pinche mamen, Isteri está vivo

Ja, claro que Isteri nostá muerto, no pinchen mamen. Yo sí lo vi, echamos verbo y nos reventamos unos tragos en el Covadonga. No era jueves, pudo haber sido lunes, pero no era jueves. Lo se porque en el lugar no había ni una puta teta juvenil, más bien puro colguijo. Jo desuputa madre, nos dimos una botella de Matuzalén y diecisiete Coronas para humectar los humores.
Cabrón loco, bebe discretito pero constante, no para, siempre trae agua en el buche, también siempre trae la palabra a punto de reventarle en el hocico, apenas termina una frase, ya trae dos en fila.
No pinches mames Isteri, le respondía a todo lo que él me platicaba, no pinches mames Isteri, le dije cuando vi las tortas que se había tragado, no pinches mames Isteri, le grité cuando se paró de la mesa e inició una zacapela que ya no entendí si fue por una revolución que ya se perdió, que se está perdiendo o que está por perderse; en cuestión de segundos, lo que antes era calma senil, el jo de su puta madre loca lo convitió todo en gruñidos, sillas voladoras, nudillos sangrantes, carcajadas burlonas, besos robados, violaciones tumultuarias, vítores, porras y porros.
Yo aproveché la confusión para asaltar la barra y retacar el morral de botellas (sólo cupieron dos), mientras el mamón del Isteri se difuminaba entre la bulla y alharaca que antes había iniciado.
Jo de su pinche madre loca, quevastar muerto el pendejo ese, en una de esas le cortan los huevos por andar con pendejadas, pero muerto, no está.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Refutación testimonial de la muerte de Isteri

Isteri no está muerto. No puede estarlo. Se los digo yo que hoy en la mañana lo vi, no cruzamos palabra porque estas no pueden cruzarse, pero lo vi, de eso estoy seguro. Hubiera querido decirle, qué tal Isteri, cómo te va, por qué no te has pasado por la cantina ultimamente. Pero no se lo dije porque iba yo a prisa, ya saben, con esas prisas que lo consumen a uno, esas necesidades de llegar a buena hora y, para colmo, con los zapatos limpios; como si las cosas estuvieran para levantarse temprano y encima tener la disposición para lustrar el calzado.

Pero no quiero divagar, porque recientemente me da por divagar, por darle vueltas a una cosa hasta que esa cosa ya se vuelve otra, y si era gallo acaba siendo mono, y si era mono puede acabar siendo gallo u otra cosa. porque nada obliga a que los monos sólo puedan transformarse en gallos.

En fin, vi a Isteri comiendo papas con chile, con salsa Valentina, lo supe por la etiqueta inconfundible de la salsa Valentina, etiqueta negra, por cierto, hubiese querido decirle, ¡Isteri, te vas a enchilar¡ pero no lo hice porque andaba yo con mucha prisa, una prisa que no parecía consumnir a Isteri, que saboreaba sus papas, o quizá no las saboreaba y comía por inercia o por gula o simplemente para no comerse otra cosa, ese Isteri es un tipo extraño, pero no, no está muerto.

viernes, 5 de septiembre de 2008

a manera de título me gustaría poner algo así como se necesita un detective salvaje para encontrar a Isteri pero no me decidí prefiero decir que

vivo de prisa porque ejerzo la violencia de piernas el torbellino o huracán de alientos cortos que forman una gran bocanada que aún está aspirando su aire que bien podría ser dióxido de carbono porque a estas alturas nadie duda que el tiempo se cuela entre los labios y el espacio que dejan los pasos
¿qué pasos?
al respecto tengo una pregunta de esas que valdría la pena no responder porque hacerlo evindenciaría el ocio que carcome mis soledades aunque pensándolo bien igual mis compañías
¿quién mató a Isteri?

lunes, 1 de septiembre de 2008

Efectivamente: lo fugitivo permanece

Entro a este blog y descubro, con ligero rubor en el rostro, que lo he abandonado. Lo cierto es que no debería sorprenderme, mi relación con la escritura siempre ha sido intermitente, una relación de acercamientos y distancias que aseguran su existencia.
Muchos son los obstáculos para que yo pueda sostener proyectos de escritura de largo aliento, llámense estos novelas, poemarios, cuadernos de viaje o sueños, diarios o ciberespacios. Para empezar, mi incapacidad se cimienta, pienso, en mi hiperactividad mental. Una idea le sigue a otra y otra a otra y a otra como eterno ferrocarril/vagones de colores que no dejan atraparse. Nunca me he enfrentado a la hoja en blanco, esa que tanto terror da a varios escritores. En mi caso el problema es que hay exceso de imágenes, de tramas, de historias de vida que se entrecruzan con el sueño, el miedo, la añoranza. Y eso, no es ninguna virtud, más bien una tristeza. No hay peor escritor que aquel que no sabe discriminar. Me cuesta centrarme en una sola historia, en una sola cosa en la vida.
La explicación anterior me gusta porque me ha llevaso tiempo elaborarla, mascullarla por las noches antes del sueño. Sin embargo, mi abuela diría que mi problema es un asunto de disciplina, lo mismo diría mi primer tallerista, y también lo dijo el segundo y el tercero, el suyo es un problema de disciplina. La verdad es que la explicación sonó convincente/contundente las primeras veces que las escuché (que me las dijeron). Después decidí mandar a chingar a su madre a todo aquel que me llegara con ese argumento.
Lo que muchos talleristas de pocamonta y no muchos menos escritores con absurdas intenciones pedagójicas, denominan "disciplina", no es más que un ejercicio para justificar sus becas y su existencia, y no una real preocupación por contar historias o bordear el sol con la métrica perfecta de algún verso.
Yo prefiero abandonar las cosas por momentos, verlas en el cóncavo reflejo que siempre es la distancia, un desdén exquisito como el del amante que finge no esperar la llamada que tanto ansía.
Aquí seguimos, de puras barbas¡¡¡

viernes, 8 de agosto de 2008

Yo, bloguero

Para que pueda ser

he deser otro, salir de mi

buscarme entre los otros

los otros que no son

si no yo existo los otros

que me dan plena existencia

Octavio

Hace unos meses decidí que quería conocer la voces tras el teclado, la miradas que se reflejan en el monitor. Había decidido conocer a los blogueros que leía, a quellos a quienes podría reconocer por sus comas y acentos, pero sería incapaz de distinguir si me los topase en el metro o en alguna cantina.

Sí, lo acepto, es un poco de egoísmo y egolatría (dis.fra.za.da.de.un.no.se.qu.e.ti.po.de.or.gu.llo.) aceptar que yo inicié el numerito. Un par de mensajes por msn, y de pronto un día, de la nada, las relaciones virtuales (relaciones TELMEX, como me gusta llamarlas) encarnan en un par de cervezas y diez pares de piernas que transfoman la noche en un simpleza.

Una reunión de blogueros que no se conocen es una cosa bella (píntenme pito por la cursilería). Es como bajarse los pantalones la primera vez, o ir al cine acompañado a ver una película que ya habías visto solo, o subirte al metro y coger la dirección contraria por accidente y aún así, llegar hasta la terminal; eso es una reunión virginal de blogueros.

Si Cortázar creía en los Famas y en los Cronopios, yo creo en las Fiestas y en las Soledades. Una reunión de blogueros es un encuentro de Soledades que terminan formando una Fiesta. Y cada jueves de cantina las Soledades llegan en mayor número aunque con métodos discretos; por lo general son invitados por otras Soledades, ñpero muy pronto adquieren autonomía y se incorporan y extienden sus tentáculos y comen tortas contigo y beben chela a tu lado y cada jueves son más y yo no se que putas pasa y hola te presento a tal y mi blog es taly tengo un perro qu se llama así y mi novio me dejó asado.

En este momento de mi vida, mi madre o mi padre o mi amigo de la infancia, serían las personas más incapaces para escribir mi biografía. Antes creo, habría que remitirse a mi blog, y a una entreviste a los presentes de los juebebes.

No abusemnos de la palabra escrita, cuando están los jueves. He dicho. Así de purititas barbas¡¡

miércoles, 30 de julio de 2008

5:42

Hay etapas de mi vida en que el insomnio me envuelve todas las noches. Nótese el verbo "envolver", porque hay a quienes el insomnio sorprende, ataca, perturba, seduce...a mí me envuelve, arropa, encapsula.

Vivir en la burbuja del insomnio obliga a generar empatías con la noche, sobre todo con la noche profunda, momento en que los relojes marcan el climax de toda pesadilla, ese tiempo sin grillos ni dueño por el cual me muevo, a tientas pero lúcido. Me gusta tanto la noche que he llegado a ser indiferente con las mañanas, y así como para muchos el afiebrado canto de algún avechucho por la mañana simboliza vitalidad o provoca alegrías, para mí, el silencio de la nadanocturna es un preludio de fertilidad. Todo nace y todo se crea en la noche, el mundo se arma y desconfigura en diez minutos cruciales, de oscuridad apabullante.

Ayer el sueño me asaltó (porque ese sí me asalta y se invita solo) cuando el alboroto diurno comenzaba a ser evidente: tacones, regaderas, portezuelas. Y eso me agrada. Y duermo a lo más cuatro horas. Y tengo ojeras y todos dicen que voy a desaparecer y yo pienso simplemente que es parte de vivir la noche y fumar mientras tu duermes y beber mientras tu sueñas y reconciliarte y reconciliarme mientras te persigue un perro en tu pesadilla y mientras yo camino por las calles de la narvarte tu sudas las sábanas. Es simplemente eso. Subirse a la mano de la noche.

Así de Barbas.

jueves, 24 de julio de 2008

¿Cómo se llamó la obra?

Eran días ajetreados. Recién me había mudado al departamento donde actualmente vivo tras pernoctar durante un mes en casa de un amigo. Los muebles no acababan de hallar su lugar definitivo, aún había (aún hay) bolsas negras cuyo contenido no era de primera necesidad y el eco de las esquinas multiplicaba las presencias.

Pero no voy a hablar de mudanzas. Ya dije que eran días ajetreados y ya describí el laberíntico caos que engullía la casa. En ese ambiente, me gustaba fumar en el balcón todas las tardes y parte de la noche. De pie, apoyado en el barandal, no discriminaba entre camel y preparados en casa. Tampoco discriminaba entre lamerme las heridas y ovillarme ante la incertidumbre.

Pero tampoco voy a hablar de mí. Ya dije que fumaba en el balcón. Fue durante una de esas tardes/noches cuando sucedió: Segundo piso del edifico de enfrente. Una ventana con luz amarilla, resplandeciente. Una silueta se desnuda, abre las cortinas y ventanas y el cabello roza sus senos arropados por el sostén. Con el torso semidesnudo, fuma en la ventana. Yo la veo como estúpido. Nuestras miradas se encuentran. Ella enciende otro cigarro. La estampa permanece por diez minutos. Se acaba el cigarro y se cierran las cortinas (el telón).

La escena se repite, con variaciones mínimas, varias noches del mes siguiente. Pero ya dije que soy un estúpido (o que la veía como estúpido, que pal caso es lo mismo) y no se guardar un secreto. Por supuesto, llegó el momento en que la escena transcurre mientras había visitas en casa, y yo, pudiendo guardarla sólo para mí, no tardé en invitar al pleno de la reunión a contemplar el espectáculo. Ella, con gran entereza, aguantó de pie durante el obligado par de cigarrillos y después bajó el telón. A partir de ese día, la escena no volvió a repetirse.

Ayer, después muchos, en verdad muchos meses, mientras yo fumo camel y no discrimino entre el acidjazz y el roksito-básico-sin-pretenciones, aparece la silueta que anuncia el primer acto. Ella asoma el torzo semidesnudo, fuma. Nuestras miradas se encuentran. Le sonrío. Apaga su cigarro, escupe al suelo (yo veo caer lentamente la saliva al piso, un recorrido de unos 9 metros) y se baja el telón con el ruido infernal de la ventana.

A eso le llamo guardar rencores. Hoy esperaré toda la tarde frente al balcón, y si es necesario, mañana también. Así de barbas.

martes, 15 de julio de 2008

Nocturnas pasiones (alfabéticas)

La suave ese es una
letra sensible,

silbido apenas sonoro
de forma sensual
y sublime trazo.

Desearía ser su sombra
y sutílmente poseerla.

lunes, 7 de julio de 2008

los ritmos de la vida o de cómo Isteri quiere un amor que de vueltas en el piso...

Hace tiempo que no escucho flamenco o tango en vivo. El asunto me molesta porque últimamente me sobran pretextos para emborrachar, y ninguno de estos ha tenido a bien llevarme por los etílicos rumbos de la milonga o la bulería.

Con el tiempo, he convivido de cerca con bailarines de ambos meneos. Al final, sus actitudes, mañas y formas acaban marcándoles el rostro. Por un tiempo me gustó pensar que las mujeres que me vuelven estúpido podían clasificarse en gitanas o gardelianas.

El flamenco es un baile de tierra, el tango lo es de aire. El primero despierta al Duende con los feroces llamados de los tacones sobre la tierra; el segundo lo hipnotiza con el curvilíneo desplazamiento de las piernas danzantes.

El flamenco es un baile de fuego, el tango lo es de agua. El primero corrompe la calma chicha con los flamígeros dedos sobre una guitarra; el segundo fluye como el llanto amoroso en la media noche de un badoneón.

Las gitanas explotan apretando el cuello, atrayendo con las uñas; las gardelianas lo hacen exhalando un vaho que se vuelve burbuja, un lamento apenas dibujado.

El pedo es que últimamente parece gustarme el breik dans. Así de barbas.

miércoles, 2 de julio de 2008

El asunto es no morirse

Hace poco leía un artículo sobre física cuántica, esa ciencia de sabios que hermana con lo divino y evoca imágenes de estarguars y ecuaciones de pizarrón completo. Algo en todo aquel debraye temporo-espacial me hizo pensar en la eternidad, y en la encarnación de ésta: la inmortalidad.


Nunca me habían interesado las ondas Jailender ni los motivos de Dorian Grey. Pero en esta ocasión me enganché con el tema, quizá porque hace tiempo que tengo conflicto con el tiempo. Pienso cosas como que la edad de la gente no cuadra con sus actitudes, que los ciclos vitales están desfasados por rutinas arbitrarias, que los minutos se aceleran y paralizan por una gracia cósmica inentendible y sólo percibida por ciertos objetos terrenales, como los columpios.


Pero regresemos a los asuntos de ser mortal o inmortal, porque ese, aunque no lo parezca, es el dilema. La sola idea de enfrentar una vida inacabable me agota, pero tanto nihilismo puritano y soso que a veces acompaña mis occidentales días me resulta tan, o más patético, que aferrarse a una tabla de salvación emocional.

Aclaro: estoy tentado a dedicarme seriamente a la búsqueda de la inmortalidad, o ya de mínimo, a la reencarnación en un futuro no muy lejano al día de mi muerte. Se que la confesión tiene aromas de aquelarre, y eso me agrada, aunque no es la motivación central de mis inquietudes.

Lo que sucede es que estoy convencido que el insondable hueco existencial que nos enfría la nuca a muchos de nosotros, está estrechamente relacionado con la necesidad de verlo, quererlo y esperarlo todo en el aquí y el ahora; sin una esperanza de futuro más allá de la vitalidad de nuestros huesos.

Quiero imaginar que voy a vivir por siempre. Y no me importa. Así de barbas¡

jueves, 26 de junio de 2008

La primera pieza

Elogio de la pieza ausente es el título de un libro del italiano Antoine Bello. Una novelita en clave policial que devela los secretos de los profesionales del puzzle, de las competencias mundiales de rompecabezas, del armado cronométrico.

El reto es poner la última pieza, la que descubre el secreto de la forma agazapada, y para esto existen multiplicidad de técnicas: la cromática, la geométrica, la de fotografía mental o la fragmentada.

Ultimamente tengo la sensación de un elemento faltante, un eslabón perdido que acompaña mis correrías. Parece que existe algo que no alcanzo a ver, un flanco descuidado, una veta que ignoro pero mediante la que, estoy seguro, transcurre una parte de mi vida que actúa incomprensiblemente, sin explicación, Así de barbas.

La idea anterior me ha llevado a la canabicoreflexión de la vida como rompecabezas. Hay quienes han decididido contruírse a sí mismos empezando por las esquinas, o por las suaves formas de ciertas curvaturas, embonando sus ideas como una procesión de aromas, rastros de pasado o intuiciones de esa geometría personal e imaginaria que es el futuro.

Yo encontré una pieza ausente. Una que estaba ahí, desde hacía tiempo esperando ser colocada sobre la forma agazapada. Ayer borré Sismo y con el clic, se fueron 122 entradas, 15 meses y los chispazos de varios Bien portados. La forografía está terminada.

Aquí esta una primera pieza que busca ya desesperadamente, su pieza ausente, Así de barbas.