domingo, 11 de octubre de 2009

Atrapado

Me gustan las historias de confinamientos sin importar su estatus de veracidad. Pueden ser novelas o pláticas de mi abuela, notas periodísticas o pesadillas diurnas tras la siesta de mediodía.Confinamientos, encierros, enclaustramientos físicos o mentales me parecen atractivos porque en su mayoría son resultado de situaciones límite, me explico:

contaba la leyenda familiar de un amigo cercano, que cierto día la matriarca de la estirpe, la abuela o bisabuela, decidió encerrarse en un pequeño vivero tras indetificar un presentimiento de muerte. Así sin más, comía ahí dentro, cagaba en una bacinica y dormía en una colchoneta que algún sobrino tuvo a bien colocar cuando por fin entrendió que la señora había decidido pasar sus últimos meses (fueron 2 años) a lado de sus plantas.

también está el relato de la esposa de mi tío, que tras descubrir en flagrancia la infidelidad de este, sólo atinó a encerrarse en la camioneta a llorar. Permaneció ahí dos días y dos noches con la mirada perdida en el vacío, ignorando por completo los ruegos de sus hijos y la curiosidad de los vecinos.

en literarura hay mucho material. El encierro como metáfora  parece atrer demasiado a escritores y escribanos. Recuerdo de botepronto relatos clásicos como Casa tomada, y en materia de letras mexicanas me vienen un par de novelitas de más o menos reciente manufactura con temas parecidos. Me refiero a El cementerio de sillas de Alvaro Enrigue, cuyo personaje principal decide alcanzar el Nirvana mediante el encierro en una habitación para comer pizzas. O también está El sitio, de Nacho Solares, un relato claustrofóbico y apocalíptico.

Una vez, en mi adolescencia, quedé atrapado en un tinaco Rotoplás. Junto a un par de amigos encontramos la forma de cerrar la llave de paso y, a partir de ese momento, el lugar se convirtió en un refugio ideal para guardar cigarrillos, revistas pornográficas y demás enceres necesarios para sobrellevar la existencia antes de los 20. Un día se trabó la tapa conmigo adentro, y viví entonces una hora escalofriante que combinaba gritos de auxilio con referencias mentales al escapismo de Houdini.

Uno de mis mayores deseos desde la niñez es quedar atrapado en un centro comercial durante toda una noche, recorrer los pasillos y dormir a pierna suelta en el área de alcohol o lencería femenina. Así de barbas.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

que rudo lo de la abuela o bisabuela de tu amigo!!!

eso de quedarse atrapado ene l centro comercial me suena a pelicula =)

.. Âtipik Fräulein.. dijo...

esas historias son interesantes, uno nunca sabe cuando terminaran.

y quien te saco del tinaco?¡

que explicacion diste?=¡¿

Almohada Carnívora dijo...

Pues yo una vez me quedé atrapado en una epanáfora, fue algo espeluznante porque a la media hora descubrí que para acabarla de joder era palíndroma la muy culera...
Lo del centro comercial, ja, y te llamaríamos el pícaro soñador??

Sonia dijo...

Hace poco me quedé atrapada en el lavabo de mi empresa cuando todo el mundo ya se había ido. Nunca he sido claustrofóbica, pero en el momento en el que supe que estaba atrapada, que nadie me escucharía, y que lo más probable es que tendría que pasar la noche ahí, el corazón me empezó a ir a mil por hora y una angustia terrible se apoderó de mí.
Finalmente destrocé el pestillo de la puerta con el dispensador de jabón, que previamente arranqué de la pared. Sí, un poco salvaje mi actuación, pero en situaciones límite, reacciones insospechadas.

Cynthia Ramírez dijo...

¿¿Quieres ser una pícara soñadora??

Eric Uribares dijo...

bue, de la Pícara me acuerdo que era una telenovelilla pero nunca la vi, prefería las 9.

cómo pude olvidar la historia de Confinamientos que más me ha atraído¡¡¡ no tengo perdón, se trata de Auxilio Lacourte de Los Detectives Salvajes, que después tuviera su novela para ella solita en Amuleto....a qué historia, quedarse encerrada en los baños de CU mientas la matanza del 68...

Gina dijo...

Qué divertido parece el encierro desde tu puño, he reído mucho. Yo una vez fui a visitar a un novio a tierras lejanas y me quedé dos horas encerrada en el baño, tuvieron que tirar la puerta. Creo que yo adelgacé algunos gramos pues el baño era pequeñito y transpiraba. Así conocí a su familia.

dèbora hadaza dijo...

oye la de tu tía esta gruesa.

y la verdad yo le tengo fobía a quedarme encerrada, y me peor experiencia es super leve: en un baño público viejo y feo.

Unknown dijo...

A mi me dan ñañaras los espacios cerrados, tengo un poco de claustrofobia! Seguro me hubiera dado el patatus estando adentro del rotoplas

Pero igual que tu, sueño con el día en que me quede como Picara Soñadora, deambulando en un centro comercial grandototote... o como Natalie Portman en la movie de Walmart Baby (eso si, creo que mi maxima incomodidad sería no bañarme... grrr)
Buen post, don