lunes, 8 de septiembre de 2008

Refutación testimonial de la muerte de Isteri

Isteri no está muerto. No puede estarlo. Se los digo yo que hoy en la mañana lo vi, no cruzamos palabra porque estas no pueden cruzarse, pero lo vi, de eso estoy seguro. Hubiera querido decirle, qué tal Isteri, cómo te va, por qué no te has pasado por la cantina ultimamente. Pero no se lo dije porque iba yo a prisa, ya saben, con esas prisas que lo consumen a uno, esas necesidades de llegar a buena hora y, para colmo, con los zapatos limpios; como si las cosas estuvieran para levantarse temprano y encima tener la disposición para lustrar el calzado.

Pero no quiero divagar, porque recientemente me da por divagar, por darle vueltas a una cosa hasta que esa cosa ya se vuelve otra, y si era gallo acaba siendo mono, y si era mono puede acabar siendo gallo u otra cosa. porque nada obliga a que los monos sólo puedan transformarse en gallos.

En fin, vi a Isteri comiendo papas con chile, con salsa Valentina, lo supe por la etiqueta inconfundible de la salsa Valentina, etiqueta negra, por cierto, hubiese querido decirle, ¡Isteri, te vas a enchilar¡ pero no lo hice porque andaba yo con mucha prisa, una prisa que no parecía consumnir a Isteri, que saboreaba sus papas, o quizá no las saboreaba y comía por inercia o por gula o simplemente para no comerse otra cosa, ese Isteri es un tipo extraño, pero no, no está muerto.