guardianes mancos
que hambrientos viven
llevándose a la boca
el muñón de plomo
del brazo
que les cuelga
mientras resguardan
su tesoro
la pesadilla
clausuran puertas y ventanas
de sótanos heridas
en las que a menudo
nos sorprendemos
atrapados
tú y yo
respirando por la cerradura
que hambrientos viven
llevándose a la boca
el muñón de plomo
del brazo
que les cuelga
mientras resguardan
su tesoro
la pesadilla
clausuran puertas y ventanas
de sótanos heridas
en las que a menudo
nos sorprendemos
atrapados
tú y yo
respirando por la cerradura