lunes, 28 de noviembre de 2011

Contra el complot de los relojes


imposible ignorar las arritmias
del tiempo
contubernio de manecillas o granos
de arena en cloroformo suspendidos
la taquicardia del segundo que busca
la muerte prematura
el suicidio
la lentitud del calendario
y su bulimia
ningún minuto dura lo mismo
que otro minuto
ninguna puntualidad vive por sí misma
perder el tren el avión
nuestra cita con la nada
y nada es real
ni las 12 ni las 3 ni las 5 ½
ni la ½ para las 10
el tiempo no nato en su encierro
el tiempo que existe en lo fácilmente
corruptible, perchero donde cuelgan
las ausencias y ausentados

he parado el reloj que metí
a la tumba de mi padre,
para que los gusanos no despierten
a trabajar,
he adelantado los cucús de esta
vieja casa que guarece las formas que
me aterran,
para que canten todos ya mientras me
purgo los recuerdos
alguien quizá yo mismo
alguien quizá el viento que guardo
en la mano
alguien quizá sin nombre
sin edad
me cuenta el timo la burla
de los campanarios
mientras cubro mis oídos y ojos
y pulmones de la intemperie que se alarga
expande o aprisiona
como se alargan y expanden y aprisionan
los años y los recuerdos de los años

se vuelve necesario confiar en los
cigarrillos,
su exacto consumirse como espejo del instante
que me nubla
se vuelve necesario mirar a la araña
arquitectura negada a los cronómetros
confiar en la
gota que seca a la velocidad
que dicta su gordura
vamos a inventarnos otro vértigo
porque el de ahora ya lo conocemos
descubrir otra náusea
otra necesidad con filo de angustia
que nos apuñale distinto
que nos estrangule sin notarlo
al ritmo que la muerte marca.