miércoles, 11 de febrero de 2009

Estar en el mundo

Conocí a una señora de 102 años que iba acompañada de su hijo nacido en el 36. Ambos, con la piel surcada y la mirada viva, bebían pulque blanco en un buen changarro de la colonia Obrera. Caí al sitio por obra de algunos azares alcohólico-políticos y de pronto me encontré escuchando a la doñita centenaria platicar sobre la herida en su frente, impronta de una batalla cuando el general Villa. Después contó anécdotas sobre el otro general, Cárdenas, y más tarde habló sobre la importancia de la política, de la tierra y de la vida. En ninguno de los temas abundó porque prefería apurar el contenido de su vaso.

Para el pulque soy muy pendejo. Me bebí un litro de Curado y diez minutos más tarde salí a vomitar el árbol del vecino. Me fui a casa sin despedirme de la banda y al llegar a mis canábicos dominios, zaz, otra sesión de pulque abandonando esta trompita que se han de comer los gusanotes (ni eso, que me quemen, que me quemen¡¡).

Ya repuestito, decidí sentarme un rato a la taza, nomás con intensiones de leer y como profilaxis ante la posibilidad de que apareciera de nueva cuenta Mister Curado. Fue entonces cuando vi que tenía una edición de El Pais sobre la caja del wc y me puse a leerla. Leí una entrevista a José Antonio Fortea, exorcista.

Pepe Toño Fortea es uno de los sacerdotes más acá en España, (y se preguntarán ustedes, barbones lectores, qué chingaos es un sacerdote acá) lo que quiere decir es que le rompe su madre a todos los demonios (comprobado), multiplica panes (en análisis) y cena diaro con doce cabrones a la mesa (comprobado).

Fortea asegura que el pedo con el exorcismo radica en que hay hartísima cantidad de demonios, cada uno con carácter, forma tamaño maña y poderes distintos, pero que nomás es cosa de no amilanarse, aplicar las oraciones y las goyas en el momento preciso, perseverar, mantenerse en la pureza más pinche pura, pa que el maligno sepa que el rival no se anda con debilidades, y de pronto, pum, sale la chingadera invasora y las campanas de la iglesia más cercana tocan Las golondrinas.

¿Y el vómito verde?